18.10.12

malos tiempos para el urbanismo

Golpes bajos_malos tiempos para la lírica

Artículo de quien suscribe publicado en enero de 2009 en la extinta revista digital planeamientoyurbanismo.com

Malos tiempos para el urbanismo_corren malos tiempos para todos los que de alguna manera estamos cerca del urbanismo. Y no me refiero al tema económico, sino al otro. Los excesos cometidos y, no nos engañemos, consentidos por todos los colores y estamentos, nos han llevado a la situación en la que nos encontramos. Hemos pasado, como sólo nosotros sabemos hacerlo, de la desprotección urbanística al hiperproteccionismo del territorio, de la desidia hacia nuestro paisaje a la persecución a cualquier intervención constructiva. Y nos parece de lo más normal.

Pues qué quieren que les diga, ni antes éramos tan vándalos ni ahora vamos a ser el modelo del nuevo urbanismo.

A todos nos es habitual escuchar o leer sobre pelotazos urbanísticos, recalificaciones o licencias ilegales, y poco se habla del complejo engranaje que mueve la pesada maquinaria del urbanismo.

Brevemente, me gustaría mostrar algunas de las piezas genéricas de ese engranaje.

Primeramente, y aunque parezca increíble, es preciso señalar que existe un marco legal que abarca todo el quehacer constructivo en Galicia, y es la vulgarmente llamada Ley del suelo de Galicia, o “Lei de ordenación urbanística e protección do medio rural de Galicia” con las posteriores modificaciones que se han ido sucediendo. Esta ley contempla los tristemente famosos Planes Generales de Ordenación como únicas figuras para la ordenación completa de un término Municipal.

Serán los Planes Generales los que definan los modelos de desarrollo en función de la complejidad y la particularidad de cada Municipio, y estos modelos de crecimiento se materializan en la clasificación del suelo (urbano, urbanizable, rústico o de núcleo rural y su desarrollo en ordenanzas), la ordenación de estas clasificaciones (polígonos, sectores, ámbitos…) y también los Planes Generales contemplarán las herramientas de gestión necesarias para llevar a cabo el citado planeamiento.

En la mayoría de los casos, los Planes Generales se promueven por iniciativa de los Ayuntamientos, se redactan según las particularidades del territorio y en base a los criterios y parámetros que dicta la Ley del suelo y una vez concretados en documento, se procede a su tramitación a los diferentes organismos con el fin de obtener, en el mejor de los supuestos, la aprobación autonómica.

Dicho esto, parece obvio suponer que el Municipio que tiene un Plan General aprobado tiene un tesoro, pues supuestamente tiene ordenado en base a Ley su territorio y en consecuencia puede desarrollarse, legalmente, pero no.Los problemas aparecen durante las fases de tramitación de los Planes, ya sean Generales o de Desarrollo, entonces un procedimiento ordinario de tramitación se convierte en una amenaza y los Planes en armas arrojadizas entre Administraciones.

Teóricamente estamos en un estado de derecho, con su seguridad jurídica y todo, pero en la práctica lo que tenemos es una guerra de guerrillas donde las trincheras son los artículos de las leyes, las armas son los contenciosos judiciales y los capitanes se disfrazan de interés general, que según como sople el viento tiran a dar o matar. No es difícil oír hablar a ciertos estamentos de Planes bien o mal aprobados (caramba, uno pensaba que se aprobaban porque eran correctos) o de Planes que gustan y se respetan y otros que no y se incumplen. De película, pero cierto.

Por no hablar del sinfín de normativas que se van superponiendo unas con otras y que lejos de regular y ordenar el territorio, tejen una red complejísima que confunde, más si cabe, el horizonte de nuestro paisaje constructivo.

Y luego nos piden que hagamos País, cuando ni siquiera son capaces de conocer y aceptar las reglas del juego… dime de qué presumes y te diré de qué careces, pero es lo que hay.




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